jueves, 15 de marzo de 2012

De esclavos a jefes.

Podrán decirte que si tu jefe llega tarde es normal, que si se va temprano es justificable, que si no asiste está en su derecho, podrán argumentarte que tiene siempre razón y que la última palabra es suya, porque al final del día de su bolsa saldrá el dinero que alimentará tu boca.

Podrán decirte que hace negocios aprovechando su puesto, que toma ventaja de su alta posición, que desde su perspectiva le parece todo tan fácil porque ve a los demás tan pequeños, te dirán tal vez que lo que toma es suyo porque puede hacerlo, que te humilla y te maltrata porque quiere, podrán decirte que aunque no sea tu función, si limpias bien sus botas subirás alto y tal vez algún día serás como él.

Pero presta mucha atención en la delicada cuestión que sucede, si ese jefe tuyo que llega tarde, se va temprano o no va a trabajar; es un funcionario público, si ese jefe tuyo que hace negocios, toma ventajas y tiene un calzado reluciente, es un empleado del Estado, entonces serás tú aquel que solape el absurdo, serás tú el que de su bolsa saque dinero para alimentar su irresponsabilidad y haraganería, el que con su esfuerzo pague sus lujos inmerecidos y con sus manos le entregue su consecuente fraudulento poder.

Sin embargo, créeme, esto sucede y seguirá sucediendo mientras así lo quieras, te quejarás y yo te observaré mientras te sigas callando, seguirás alimentando su boca que inmerecidamente come mucho mejor que la tuya, mientras en tu zona de confort extiendas la mano y cobres la miseria que te dan por tu vida.

Mis palabras no buscan una revolución porque saben bien que no se dará, no ahora. Mis palabras no son subversivas ni por el contrario lastimeras, sólo son descriptivas porque saben bien que seguirás sentado en el mismo lugar y reclamarás a la persona incorrecta por miedo a ser castigado, porque tienes una familia qué mantener, porque tienes un patrimonio miserable qué proteger, porque no te puedes dar el lujo de poner en riesgo tu pobreza y entonces, al final serás cómplice, tal como lo seré yo, de que esto irremediablemente siga sucediendo.

Nada cambiará y no mereces que cambie, porque en el fondo de ti, aunque lo niegues a capa y espada, deseas el poder que no tienes y los privilegios que repruebas.