jueves, 5 de abril de 2018

La corrupción


La culpable del mal, la causa de lo perverso, de la miseria, de lo retorcido. Donde ande aquella palabra, llevará consigo las características de su propia definición. Es la acción y efecto de corromper, de inducir un vicio en lo puro, de echar a perder, depravar, dañar o pudrir, es el deterioro, la adulteración, la perturbación del orden, del estado de las cosas.

Los políticos, funcionarios, candidatos, hablan de erradicarla, como si pudiera eso suceder, como si pudieran ellos deshacerse de sus propios vicios, como si pudieran sacarse la sangre de sus venas y continuar viviendo. Somos seres vivos, sufrimos de manera inevitable de la corrupción, porque nos integra, porque forma parte de nuestra degeneración continua, porque nos rige, en lo biológico y lo químico. Las células se corrompen, los elementos adquieren impurezas.

Es imposible deshacerse de la corrupción como si se tratara de una gripa. La promesa de desaparecerla es artificial, porque no se trata de un elemento que el ser humano pueda suprimir.

Las personas cometemos el error de echarle la culpa a la corrupción de los demás cuando la tenemos en nuestro torrente. Nos gusta señalar al otro, es más cómodo, así podemos seguir descomponiéndonos sin que nadie nos moleste. No queremos mirarla, ni aprender a conocerla. Es una verdad incómoda, y no aceptamos que no podemos vivir sin ella, por el contrario, la denunciamos cuando nos conviene y la perseguimos, quizá para desviar la atención de lo que nos corresponde asumir.

La corrupción política se refiere al mal uso del poder público para conseguir ventajas ilegítimas. Se identifica como cualquier acto desviado, de cualquier naturaleza, ocasionada por la acción u omisión a los deberes de quien debía procurar la realización de ciertos fines, y que, en su lugar, los impide, retarda o dificulta.

Según Vito Tanzi, economista y especialista de largo currículum, Corrupción es el incumplimiento intencionado del principio de imparcialidad con el propósito de derivar de tal tipo de comportamiento un beneficio personal o para personas relacionadas.

El principio de imparcialidad se refiere a la libertad de prejuicios, a la abstención de consideraciones subjetivas y a la tarea de encontrar la objetividad en un asunto.

Los gobernantes, tan humanos como nosotros, tan débiles y corruptos, pero tan cercanos al poder, están en una prueba constante que la mayoría de nosotros reprobaría. Por supuesto que la mayoría de ellos la reprueba también, y esto sucede porque la tentación que viene con el cargo es mayor al nivel de compromiso alcanzado por tales personas. Esto sin hablar de los favores adquiridos en el recorrido político que deberán ser correspondidos.

El sistema, diseñado por la debilidad del propio ser humano, está impregnado de corrupción. Es una broma prometer eliminarla.

En nuestra simulación de democracia no tenemos la opción de encontrar a las personas más aptas para administrar, para razonar, para dirigir en beneficio común. Solo se nos encomienda la responsabilidad de elegir a una de las tres marionetas que sonríen y danzan al son de los titiriteros.

Al pueblo se nos vende, a un costo muy alto, la facultad de fantasear con que un salvador llegará a cambiarlo todo, a limpiar nuestra suciedad, a curarnos de nuestras enfermedades. Campaña tras campaña llega un nuevo redentor a hablarnos del paraíso, pero se esfuma justo en el momento que el personaje electo toma el cargo. Entonces, se nos da la oportunidad de echarle la culpa a este personaje impío, por toda la inmundicia que somos y arrojamos.

Este nuevo funcionario tendrá la potestad de decidir, entre ejercer el poder en su propio beneficio o intentar hacer su deber. A diario dará un paseo entre las arcas llenas, a sabiendas que, con las acrobacias necesarias tendrá la oportunidad de desviar los recursos para beneficiarse y corresponder a sus benefactores. Día con día se enfrentará a la prueba, y más de alguna vez, tengámoslo por seguro, fallará, como nosotros fallamos en las más pequeñas tareas.

Quien esté libre de corrupción que presente la primera denuncia. Quien nunca haya recibido un solo peso sin haberlo declarado, quien nunca haya copiado una respuesta en un examen, quien nunca se haya pasado un semáforo en rojo, quien nunca se haya quedado con el cambio, quien nunca haya hecho trampa en un juego, quien nunca le haya mentido a su madre, quien nunca haya comprado la ceguera del vigilante, quien nunca haya roto una promesa, quien nunca haya consumido un producto de manera ilegal, esa persona divina, pura y santa, libre de corrupción, que nos señale, y que nos persiga como ángel justiciero si es que tiene tales intenciones, tal vez tenga razón de eliminarnos, o tal vez sabrá perdonarnos y enseñarnos el camino correcto.

Nadie es perfecto, ni puro, ni inmortal, y por lo tanto nadie está libre de corrupción. La corrupción no se puede erradicar. Las personas envejecen, van perdiendo la capacidad, mueren, los cadáveres se descomponen, lo que alguna vez fue bello y radiante, termina siendo desperdicio de gusano. Incluso el sol se apagará e intentará absorber todo lo que en su tiempo permitió. Pero solo para dar paso a lo siguiente.

Si hay algún inocente, algún alma pura, por ahí rondando, le propongo que siga irradiando su luz al resto de mortales, y que no se contamine haciendo tratos con nosotros porque podría ensuciarse. Pero si su aislamiento le fallara y la ingenuidad perdiera, le aviso a ese ángel caído, y a todos los demás infectos que conforman nuestra sociedad, disimulados o no, que hay una alternativa: a pesar de la inevitable corrupción, existe la manera de comunicarnos, de trazar un buen plan y hacer lo necesario para organizarnos, para limpiar nuestra propia putrefacción, y de este modo, no tengamos que vivir en ella, ni limpiar la de los demás.


Para encontrar una solución hemos de identificar cuál es el problema. El problema no es de corrupción, considero que es de perspectivas, de comunicación y de disposición. Tenemos que identificar qué tenemos en común, de qué carecemos, qué necesitamos, qué idealizamos, qué estamos dispuestos a dar.

Si nuestras diferencias nos hacen dividirnos, necesitamos un plan que permita la separación en armonía. Si nuestras similitudes nos hacen unirnos, necesitamos un plan que no se trace con engaños. Si nuestra ignorancia nos permite crecer, necesitamos un plan para educarnos. Necesitamos gente dispuesta a esforzarse. A ningún lugar nos llevará la comodidad perpetua. Ese plan deberá prevernos como lo que somos en nuestras horas más oscuras, y a pesar de ello funcionar, al punto de que cualquier persona pueda corroborar su bienestar.

Ese plan deberá aterrizarse en un sistema útil, ad hoc con nuestros medios actuales, no en uno caduco como el que nos controla hoy en día, planteado con premisas de hace más de dos mil quinientos años de antiguedad, cuando las personas de aquella época tenían otros valores y estaban inmersos en un contexto diferente.

Aunque no lo aceptemos, aún los más opuestos tenemos intereses colectivos. Necesitamos comer, tener un lugar dónde dormir, un espacio propio, acceso a salud, un ambiente digno y la posibilidad de ser. Es lo que demanda nuestra humanidad, no es tan complicado. Algunos querrán viajar, otros practicar algún deporte. Algunos querrán estudiar los fenómenos que nos rodean, otros querrán hacer negocios o formar una familia.

A pesar de que todos tengamos nuestras verdades, a nadie nos consta quienes somos en el fondo, pero somos muy parecidos. Sabemos que nos gusta el placer y lo queremos experimentar. Sabemos que nos desagradan las angustias y las queremos evitar. Sabemos que las enfermedades son indeseables, y las queremos tener lejos.

Necesitamos comunicarnos primero, inventarnos un espacio óptimo para el intercambio de ideas sensatas. Una vez que tengamos bien claro cuál es nuestro objetivo en común. Trabajaremos por él sin culparnos, sin rendirnos, sin mirar por encima del hombro, sin buscar responsables, sin querer perjudicarnos, respetándonos, a pesar de saber que estamos condenados a lo mismo. Conscientes que además de lo perverso, también nos une lo virtuoso. Si en algún momento la corrupción intenta poseernos, tengamos en cuenta que también son nuestras las horas de integridad, y que en ellas podremos limpiar lo que ensuciamos, e inclusive mejorarlo, corregir el rumbo, intentarlo otra vez y mucho mejor.

Ahora bien, de nuevo se acerca el momento en que el voto de los ciudadanos será contado. ¿Qué vemos en México y en su política? Lo mismo que hay entre nosotros: corrupción, desacreditaciones y señalamientos, como si los participantes, e incluso nosotros, fuéramos esas personas castas y puras, que tienen derecho de hacer acusaciones.

Deberíamos estar ocupados en desarrollar ese plan que se necesita para sacar adelante al país (mundo), a pesar de la corrupción, aceptándola como nuestra.

El avión va en picada. Por dentro, se pierde la fe, se descompone la estructura social, brotan tumores cancerígenos de rencor y odio, nos dividimos, nos culpamos, somos el efecto y la causa de no estar volando alto, porque queremos hacer un juicio sobre los que creemos responsables, antes de corregir el rumbo.

Primero lo urgente. Lo urgente es comunicarnos, ponernos de acuerdo, establecer los medios para escucharnos y hablar, de tal manera que podamos intercambiar nuestros planteamientos, sugerencias y soluciones, de manera directa, entre nosotros mismos. Entre nosotros y el ente administrativo, no mediante representantes inciertos que no sabemos a quién representan (sí sabemos, no representan a la sociedad).

Tenemos los avances. Tenemos los recursos. Tenemos la capacidad. Tenemos la tierra, el mar, el clima. Tenemos la flora y la fauna, la belleza. Tenemos el entusiasmo. Tenemos la libertad. Considero que lo urgente es levantar el avión, independientemente de quién haya sido el responsable de que vaya en picada ahora, todos estamos cayendo y todos saldremos perjudicados si no evitamos nuestra terquedad.

Votemos por quién sea, anulemos nuestro voto, usemos la boleta para limpiarle la caca al perro, da igual, de cualquier manera, la simulación de la democracia no dejará de ser simulación, si nosotros no hacemos algo diferente y no dejamos de echar culpas y no hacemos algo por limpiar nuestros propios desperdicios.


En su momento, creo que todo el pueblo mexicano estuvo de acuerdo en que debimos hacer renunciar a Peña ante su imposibilidad de gobernar decentemente. Era nuestra responsabilidad como sociedad, nuestro deber con nosotros mismos, pero no lo hicimos, no por miedo, sino porque no tuvimos un buen plan. Tengamos un plan. ¿Qué vamos a hacer si aquel que gana nos decepciona? ¿Qué vamos a hacer para que haya un representante que no esté pensando en la derecha, ni la izquierda, sino que se centre a la realidad?, ¿Qué vamos a hacer si el burdel legislativo sigue creando leyes que cada vez expriman más al pueblo? ¿Qué vamos a hacer si los juzgadores no encuentran la manera de ser imparciales? ¿Qué vamos a hacer para dejarnos de echar la culpa? Les propongo hacer un plan.

sábado, 6 de junio de 2015

¿Por qué deberíamos votar por un candidato como Pedro K., o por alguien de condiciones similares?

Porque nos simpatice o no, el candidato representa una voz de la ciudadanía y no un eco putrefacto de la política actual. Este personaje nace en virtud de causas impostergables. La sociedad se duele de la manera en que se manejan las cosas, y con apatía o con fervor, la mayoría de las personas reprobamos el sistema, o lo haríamos, si no estuviéramos cegados por la necesidad, o si no fuéramos tan tibios.

Es responsabilidad de un ser libre buscar deshacerse de los lastres y cadenas que lo atan, como es responsabilidad de una sociedad humana organizarse y trabajar en beneficio común.

Virtuoso o vil, Pedro K., intenta  algo bajo un estandarte creíble y la sociedad debe responder al llamado, de tal manera que la diferencia hable por nosotros. Más vale la victoria material de los hombres libres sobre los esclavizados, la desarticulación de frases mediocres como “más vale malo por conocido que bueno por conocer”.

¿Alguien es feliz pagando tantos impuestos, cuando es evidente el derroche y el despilfarro ofensivo por parte del Estado en campañas electorales? ¿A alguien en este mundo le beneficia un letrero gigante en su balcón con la carota de una fulana-o fingiendo una sonrisa? Al hacedor de lonas, a los publicistas y a otros tantos, tal vez les beneficie. Pero no es un solo letrero. Son millones, y no sólo se trata de letreros. Se trata de spots, de campañas por internet, de propaganda barata, de gorras, de plumas, de cuadernos, de banderas, de playeras, de gasolina, de infinidad de recursos destinados a hacer una cosa: basura. ¿Qué no puede el motivo ser otro? ¿Qué no puede el Estado emplear a esa misma gente para conseguir recursos útiles? Estamos parados en una tierra riquísima, rodeados de un mar opulento en todos sus aspectos, rebosantes de flora y fauna. ¿Qué hacemos destruyendo la vida, como niñotes maleducados?

¿A alguien le agrada la idea de pagar esos impuestos, para que sean convertidos en desperdicio, así nada más? Lo planteo de otra manera: con el dinero que conseguimos luego de tantos esfuerzos, con el que podríamos comprar descanso, aprendizaje, viajes, comidas, deleites, complacencias…, con ese mismo dinero que mueve a nuestro mundo actual; el sistema que tenemos, ha logrado conjurar de manera cada vez más siniestra: semanas y semanas nefastas de campañas políticas que nadie en su sano juicio soporta.

El sistema de leyes electorales permite la tortura emocional. El Estado, que supuestamente busca el beneficio del individuo, propicia el derroche en suciedad. Todos lo permitimos, porque de algún modo el sistema compra nuestro silencio y nuestra inacción. De lo contrario ya lo hubiéramos cambiado.

No obstante, las cosas pueden ser mejores de lo que son, y si no sucede ahora, será mañana, cuando maduremos, si es que no nos extinguimos antes. Vale la pena hacer el intento de una vez, aunque el resultado parezca inalcanzable. Ya estamos aquí. Aún hay opciones. ¿Por qué le apostamos al destino ilusorio de la lotería y no le apostamos a la oportunidad de alcanzar un panorama más bello?

De cualquier manera, el mundo no se transformará solo con palabras, o con votos. Al final, cierta parte de nuestro futuro dependerá de nuestros motivos y de nuestras acciones. Ahora hay algo en puerta ¿En verdad preferimos un lonche de jamón y una pluma sobre la posibilidad de tener una vida digna?, ¿Preferimos venderle nuestros productos o nuestro esfuerzo al sistema para campañas políticas, cuando por ese precio, después pagaremos más impuestos? Y si no pagamos, ¿preferiremos estar preocupados por no ser sorprendidos y desposeídos de nuestros bienes o de nuestra libertad?, porque el Sistema es estricto, y no permite equivocaciones ajenas a sí mismo.

Cualquiera que sea su papel al final de todo esto, Pedro K., hoy es un valiente con la iniciativa y voluntad suficientes para hacerle frente a todas las telarañas legisladas y malinterpretadas que desaniman pronto a cualquier insectillo entusiasta que quiera atravesarlas. Con su mera presencia en la candidatura, le ha dado una estocada al sistema infecto de partidos políticos. Haremos bien en apoyar esa ruptura, alcanzo a percibir, porque si queremos un futuro diferente, debemos hacer cosas diferentes, como bien lo refirió el señor Albert Einstein.

Por el momento, debemos olvidarnos si él sacará partido personal, si se corromperá, si sus propuestas serán escuchadas o si lo anularán con sucias tácticas, o si el día de mañana la anarquía se vuelve por fin la solución. Hoy estamos aquí, en un país que dice respetar la democracia, por lo tanto, considero que debemos apoyarlo  y mantenerlo con vida dentro de ese coliseo de partidos políticos, si acaso sus ideales perseveran. Incentivemos a nuevos valientes a que purguen las aguas en nuestro nombre, y hagámoslo nosotros, porque aunque la tendencia indique que lo saneado se corromperá de nuevo, la decisión de este momento debe ser intentar salvarnos del naufragio, adoptar medidas diferentes o consumirnos en la indecisión.

México será el país más bello del mundo para muchos mexicanos y quizá para otras personas, sin embargo, padece de un Estado putrefacto, llámese sistema oxidado, organismo canceroso, tutor pervertido. Esa quimera invisible, ha incentivado a que el hombre resalte sus instintos básicos de supervivencia. En la vida diaria, en el contexto en el que vivimos, hay esperanza en la gente, pero falta la fuerza, el ímpetu, el impulso, de movernos por algo más allá que nuestros intereses inmediatos.

Pedro K., apostó a meterse al túnel por su cuenta, al resguardo de una bandera blanca y natural. Si no lo abandonamos en la cueva de lobo, estará más cerca de representar a la comunidad, que las demás figurillas en turno, marionetas de la misma banda, llamada con nombres diferentes, que reciben cantidades exageradas de dinero, por no hacer nada más que generar desperdicios y contaminación visual, auditiva, sensitiva, olfativa, intelectual y espiritual.

¿Qué tan capaz será para maniobrar en el cargo? No es un tema que nos atañe por el momento, por lo pronto hay que abrir bien la puerta para ventilar el antro de reptiles y roedores.

El sistema es complejo y se protege a sí mismo, sin embargo, no es infranqueable porque es creación del propio hombre. Apoyemos a Pedro K., pero sobre todas las cosas, prosperemos como humanidad.


Ésta es una simple opinión, que cada uno haga lo que le venga en gana.

sábado, 2 de junio de 2012

Un grito ahogado en el espacio sideral.



Para tener voz como ciudadano, para ejercer eficazmente mi derecho como miembro activo de esta “democracia”, tengo permitido pronunciar una sola palabra de entre cuatro nombres.

Recibo a diario de todos los medios de comunicación, la apremiante sugerencia que me instruye para cumplir con mis deberes cívicos y actuar de manera responsable como buen mexicano. Debo de marcar una cruz este primero de julio, en el cuadrito de la boleta que corresponda al candidato de mi preferencia. Este voto será libre y secreto dicen, nadie podrá coaccionarme para elegir. Lo pienso a fondo y un escalofrío recorre mi razón. No sé si reír por el absurdo o llorar de la impotencia.

Mi mente juega a viajar en el tiempo e imagina cómo será ese día. Desde la primera hora, las televisoras y la radio, con la mesura obligada y la imparcialidad exigida recientemente por los movimientos sociales, cubrirán sobriamente los sucesos, los periodistas darán los datos respectivos de las encuestas de salida, anunciarán parcamente las anomalías detectadas y compartirán sus amainadas perspectivas. Por su parte el internet será el medio de las  expresiones viscerales y de las agresiones verbales, de la euforia colectiva, de las opiniones crudas, de los comentarios agrios, ácidos, amargos, picantes y dulces, de los ataques, de los partidismos, de los vítores, de los pretextos del fracaso, de la incredulidad y el desaliento, del bombardeo de los efervescentes sentimientos, de las reacciones y los chistes. Sólo de pensarlo me dan ganas de apagar mi celular, de no encender la televisión ni por error, de mantenerme lejos de la radio, de la prensa, de los medios, pero mi mente sigue divagando y sabe que tendrá un morbo disfrazado de interés político para hacer efectivo nada de lo anterior y por el contrario estar pegado a todos los medios que el guardián de mi tranquilidad quisiera desaparecer para ese día.

Tomando en cuenta las consideraciones anteriores, si aún tengo vida y salud suficiente, despertaré el primer día del séptimo mes y en algún momento iré a votar después de bañarme y desayunar con calma, sin que me importe la hora, sin que me importe quién vaya ganando según las encuestas nebulosas, sin creer que le estoy haciendo un bien al país ó que estoy fomentando el ejercicio de la ridícula “democracia” que tenemos. Llegaré a la casilla correspondiente, haré la fila respectiva y recibiré las boletas suficientes para votar por el gobernador de mi Estado, el alcalde de mi Municipio, Senadores, Diputados federales y finalmente por el Presidente de la República, quien es precisamente el que motiva estas palabras.  

Estoy ahí. Después de los procedimientos necesarios, por fin me encuentro a solas dentro de la mampara, con las papeletas de la lotería y la crayola del kínder que bien hace alusión a nuestra incipiente sociedad. Primeramente voto sin reflexionar mucho por el candidato a gobernador, que ya lo he elegido anteriormente. Por el presidente municipal habré investigado más y sabré que hacer en el momento. Luego tal vez me cambio de mampara y tomo las boletas de los diputados y senadores, pero las hago a un lado al pensar en la cantidad excesiva de estos inútiles funcionarios y evoco en automático una plaga de sucias ratas invadiendo a un indefenso pueblo de Hamelín sin su flautista y me compadezco.

Finalmente, tomo la boleta de los candidatos que participan para ocupar la presidencia; recuerdo las recomendaciones, aquellas que como madres conservadoras enseñan que debo de votar por alguno de ellos para ejercer mi derecho, pues sería contraproducente no hacerlo ó invalidar sin más el voto, bajo la alarmada explicación de que otros decidirán por mí el destino nacional. Veo pues la boleta e inevitablemente repaso uno a uno el nombre de los candidatos, pienso en lo que su victoria hipotética significaría para el país, escucho nuevamente las exageraciones pronunciadas en campaña, sus promesas, sus discursos mal estudiados, sus patéticos debates y su pésima preparación. Recuerdo sus rostros maquillados y sus cuerpos disfrazados, deduzco los intereses que hay de por medio, los acuerdos pactados, las trampas que tuvieron que tender. Enfoco y vislumbro a los monstruosos partidos políticos que mueven los hilos por detrás, a esas maquinarias de grotesca podredumbre controladas por decadentes operarios, veo la incompetencia de cada uno de los candidatos, su microscópica estatura esbozada ante los enormes problemas del país, su ignorancia, su hambre de poder. Pretendo imaginar cómo le hicieron para llegar hasta allí pero prefiero fracasar, mi estómago se revuelve.

Entonces pienso en la libertad para decidir, en la voz y voto de cada persona y reclamo la que me corresponde, logro escaparme por un momento de la tentación y de la hipnosis mediática. Todo es claro para mí nuevamente. No tengo una sola razón, ningún motivo, ningún convencimiento para tachar en la boleta el nombre de alguno de los cuatro imbéciles que fueron designados y referidos en las boletas electorales, ni para favorecer a ninguno de los asquerosos partidos políticos que absurdamente les apadrinaron.

Si parte de la “democracia” consiste en el derecho de cada ciudadano para elegir a sus gobernantes libremente, entonces la diminuta voz que pronuncio y represento; se niega rotundamente a votar por cualquiera de los histriones que aparecen en la boleta que me fue entregada y toda la suciedad que ellos representan.

Engraparé o pegaré una hoja en el anverso de mi boleta que contenga un texto similar al anterior, para que el desconocido voluntario que en su momento llegue a desdoblarla; tenga la mínima opción de leerme y pueda llegar a saber que uno de los votantes que oficialmente anuló su voz, no cometió un error, ni quiso votar por todos los candidatos, ni cometió una terrible imprecisión gráfica al tachar enteramente su boleta y que tampoco lo impulsó el azar, sino que tuvo un motivo específico para emitir con todas sus fuerzas: un grito en el espacio, que naturalmente, se ahogará y no será escuchado, pero sí vociferado libremente.

Así que ahora es tu responsabilidad buen voluntario electoral que por cuestiones circunstanciales y milagrosas estás leyendo estas palabras y estás velando el derecho para votar de cada uno de los ciudadanos, para hacer lo que esté en tus manos, para que estas palabras puedan ser escuchadas y que no sean confundidas con el susurro de la irreparable indiferencia.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Conversaciones con una promesa de amor servida en abundancia.


Produces una buena sensación cuando te saboreo y luego te trago por completo, pero ¿Cuál es tu ingrediente? ¿Cuántas proteínas, vitaminas y minerales contienes? Eres la frase más banal, eres un intento sin fuerza que se pierde con el tiempo y entre voces. Si tan solo pudieras levantar edificios con tus letras, si pudieras convertirte en cemento y cal, entonces cada rincón del universo sería una maravilla de la arquitectura, iluminada con la más hermosa de las luces, pero sólo eres un deseo instantáneo mucho más breve que la estrella más fugaz, un quimérico camino revestido de rosas sin espinas mucho más engañoso que el azar, y entonces, sin poder cambiar tu circunstancia, el infinito sigue siendo un misterioso ser inalcanzable para ti.

Eres un dulce trazo de la dicha, reflejo de la ingenua idea de perpetuidad, eres un oasis inoportuno que aparece tan solo en abundancia, cuando hay ríos y lagos de felicidad, pero que desaparece luego, cuando el sudor del descontento resbala por la frente, cuando la resequedad de la garganta hace árida a la palabra y las ampollas de los pies revientan con el tortuoso paraje de la incomprensión.

La marea sube, baja, viene, va y hasta la roca más firme se erosiona, el árbol más fuerte se pudre y cae, la estrella más intensa consume y sin embargo, tú eres tan arrogante, tan soberbiamente ingenua que pretendes con tu voz detener el tiempo y congelar al movimiento, crees que con tus torpes palabras seducirás al instante para que se quede contigo por siempre.

Eres el hogar más confortable para el que peregrina con miedo a perderse entre las sombras, eres el paraje idílico del sueño, la fotografía de un manjar en el desierto, pudieras ser un motivo,  pero por ti misma eres tan solo la triste intensión sin el intento, el destino sin camino, el deseo de concepción sin óvulo y esperma, por ti misma eres nada más que una grotesca mentira disfrazada.

En verdad que si te lo propones puedes ser muy hermosa, pero tu belleza tiene un gran defecto sin su maquillaje; si se intenta vivir de ti y no contigo, si el alma te convierte en su alimento y depende únicamente de tu sabor artificial, entonces enflacará rápidamente, se desnutrirá, enfermará y  morirá de hambre.

miércoles, 25 de abril de 2012

Un viaje de advertencia. Muy responsable de mi parte

Te hablo desde lejos, no precisamente desde una lejanía que le incumba al espacio, sino al tiempo. No sé si existan este tipo de viajes o si sabrás recibir mi urgente mensaje, pero lo intentaré hacer de esta manera.


Hay algo que me está causando un daño impresionante, una enfermedad que no me permite vivir a pesar de que aún no soy tan viejo, un mal que me detiene, que me oprime el pecho y me estruja el corazón, que me roba el suspiro, que me tiene atado a la cama, que me impide disfrutar la lluvia tan sagrada que tanto amo, que no me permite salir a la calle a caminar por las noches frescas, que me detiene para no sentir el viento; algo horrible que degrada mi vida, que la aprieta entre sus garras y la deforma, la debilita y la consume rápidamente, algo que está en tus manos evitar.


Sabes que tu vida irremediablemente finalizará, sabes que en algún momento preciso no habrá marcha atrás, que tendrás que salir de ese capullo que llamas vida, que tendrás que dejar este mundo atrás a pesar de tus miedos y a pesar del vértigo. Sin embargo, depende de ti la forma en que quieres despedirte; si al decir adiós, cierras en paz los ojos y te desprendes de lo material, si encaras valiente a la muerte o sin desafiarla permites que te lleve revolcándote entre el dolor y la angustia de no poder alcanzar el último suspiro, entre la degradante situación de tener que encontrarte suplicándole a la muerte un respiro más de vida. 


Es horrible, sábelo bien desde ahora que no es demasiado tarde, desde ahora que te puedes detener. 


No podrás dar un paso sin que tus pulmones se sofoquen, no podrás pronunciar más de tres palabras sin que se agite tu débil corazón, no podrás jugar con tus nietos ni sonreír sinceramente. El oxígeno es el combustible del cuerpo humano, sin embargo no podrás recogerlo del ambiente, ni podrás asimilarlo y lo buscarás en tanques especiales que te impedirán moverte y estarás atado a ellos si pretendes subsistir. Aquí estoy, diciendo adiós a la vida de la peor manera, hablando del hubiera, pensando en que de haberlo sabido disfrutaría de mi vejez, lidiando en forma normal con la edad sin tener que estar en la desesperante expectativa de esperar el momento en que mis pulmones no entiendan lo que dice el oxígeno y mi corazón y cerebro no tengan motivo suficiente para continuar. 


 Te envío el mensaje rogando que te llegue y que no lo ignores, es muy importante, el más importante que recibirás de mí quizá: Deja de fumar. Te lo digo de esta forma porque sé que no harás caso de la publicidad, ni de los estudios, ni de las advertencias, ni de los consejos, ni de nada que venga del exterior. Te lo digo yo porque sé que soy la persona en quien más confías y te lo digo yo porque no resisto más y hubiera deseado que las cosas fueran diferentes. 


 En la vida te enfrentarás con mil retos y mil desafíos, para los cuales son innecesarias mis advertencias, porque al final de eso se tratan los días: de resolver problemas. Sin embargo, si sigues por ese camino te toparás con uno que no podrás superar y que hará tu vida miserable. Deja de fumar, estoy seguro que sí puedes hacerlo, recuerda estas palabras. A pesar de todo lo anterior, sé que mientras me lees no me creerás si te digo todo lo que estoy padeciendo, sé que sólo dirás - tengo que dejar de fumar eventualmente- ¡pero no lo harás solamente por estas razones! y es por eso que pretendo que tú mismo te des cuenta de lo estúpido que es quemar con tu boca y tus pulmones tantas hojas de tabaco que contienen químicos letales; cinco pequeñitos cigarros al día, pero treinta y cinco a la semana, ciento cuarenta al mes, mil seiscientos ochenta al año, veinticinco mil doscientos cigarros en el mejor de los casos que te has fumado, más de cincuenta mil cigarros que te fumarás. 


 Siéntelo desde hoy. No tienes por qué esperarte a que las cosas sean más graves, eres una persona pensante y con mucha voluntad, aunque suelas ser flojo con ella. Fumar te quita vitalidad, te quita el vigor, te cansa, te desanima a hacer muchas cosas, fumar te hace perezoso porque el humo te roba el oxígeno y necesitas descansar cuando aún deberías de estar haciendo cosas productivas, fumar hace que cuando tomas alcohol, la siguiente mañana sea insoportable, fumar te hace oler mal, hace que tus besos se vuelvan repugnantes, hace que tus palabras al oído se vuelvan desagradables, fumar te hace ver mal, aunque la imagen de Clint Eastwood en aquellos westerns te sugiera lo contrario, fumando te ves ansioso y débil, reflejas la imperiosa necesidad de estar con algo en la boca para tranquilizar tus nervios, toses repetidamente en forma molesta, tu cuerpo crea mucosidad para librarse de las toxinas, pero es demasiado el humo que aspiras y se impregna en tus pulmones, te enfermas a cada instante, te restas vida, contaminas el ambiente, intoxicas a los que no quieren fumar. 


Si ves el cigarro como un medio para socializar, como un pretexto para tener una buena plática con alguien; créeme, no lo necesitas, puedes ser la persona más interesante sin hacerlo, si crees que sirve para escapar de alguna angustia o de un temor; estas muy equivocado, sólo te hace sentir peor. Cuando te sientas mal o infeliz por algún motivo, sal a la calle, a la azotea, a un parque o al balcón, desquita tu ira corriendo o gritándole a la almohada, desahógate haciendo ejercicio, respira profundo y siente esa vida que tienes, la misma que dejarás escapar de la peor manera si no te detienes. 


Deja de pensar en el cigarro como algo bueno, como algo que necesitas, como algo que te relaja, como algo que dejarás por un tiempo, como algo que te faltará y que no tendrás. Elimínalo de tu vida como te desharías de una garrapata que te succiona la sangre, como denunciarías a un ladrón que se lleva tus cosas, como matarías a una cucaracha que infecta tu hogar, como le darías la espalda a alguien que te lastima, como sacarías el veneno de un alacrán que encajó en tu piel su ponzoña, abandona el cigarro como dejas el fondo de las aguas en cuanto necesitas respirar, protégete como protegerías a tus hijos de malas compañías, defiéndete como te defenderías de un enemigo que pretende matarte, sé fuerte como cuando te has cansado de nadar pero tienes que llegar a la orilla para no ahogarte. 


Hazlo ya. Hoy. No necesitas un momento glorioso para dejarlo ni una despedida ceremoniosa, no necesitas esperar a que gane el Atlas o que llegue el hombre a Venus. Confía en ti, sé que sí puedes hacerlo.

sábado, 21 de abril de 2012

Guía básica para votar

Ante la confusión que predomina en estos tiempos de campañas políticas y después de haber analizado profundamente las opciones que tiene como ciudadano; le hago la siguiente recomendación a usted, que no se encuentra plenamente convencido de por quién votar en estas elecciones venideras:

1.- Para elegir a su candidato, le recomiendo que no sea superficial, jamás se base en su apariencia o imagen porque éstas serán siempre irrelevantes para su gestión, mejor revise sus propuestas políticas porque son las que definen sus ideales y objetivos.

2.- Pero no se deje guiar únicamente por sus proyectos porque los participantes están en la etapa del enamoramiento como románticos empedernidos y le han de contar cualquier historia para seducirlo, mejor atienda a la confianza que perciba de ellos o a los logros que han tenido porque hablan un poco más de lo que pueden aspirar como dirigentes.

3.- Aun así, tampoco se distraiga mucho con el brillo de esos frutos o la seriedad que emane de su favorito, porque en realidad no le consta que esas metas hayan sido alcanzadas realmente por su esfuerzo, pues tal vez fueron producto del ingenio de su brigada o tal vez lo que dice, está engrandecido por el manto vil de la exageración; mejor atraiga su mirada al equipo que está detrás del candidato e investigue datos ciertos de dichos logros y sobre todo si lo que presumen es digno de ser ovacionado.

4.- Aunque no debe engañarse con la idea de que ese equipo de trabajo le será fiel a un ideal y estará dispuesto a sacrificar sus intereses a costa del bienestar común, pues resulta que éste le pertenece a un partido político y debe ajustarse a lo que su filosofía disponga; entonces examine la visión de cada partido respecto de la situación actual en el país.

5.- Tampoco olvide que los partidos políticos son manejados por hombres con poder y que dentro de estos grupos habrá siempre alguien que querrá tener más y que el poder buscado le corromperá hasta la médula en caso de ser encontrado, así que no pierda de vista que estas asociaciones políticas designarán al candidato que más les convenga para satisfacer sus propios intereses y confeccionarán marionetas para lograrlo sin que les importe realmente el rumbo que tome la nación o el destino que encuentren los gobernados.

Por lo que da igual señor borrego, señora gallina, si vota por la hiena, el lobo o el coyote; ustedes serán devorados sin saberlo, o si sobreviven, no encontrarán su lana ni sus huevos para hacerle frente al hambre y a lo injusto.

Pero no se queje señor, no se alarme señora, que tanto ustedes como yo seguiremos regalando una mordida de nuestro alimento para salir del apuro, pagaremos al vigilante lo suficiente para no volvernos prisioneros de la ley, financiaremos lo necesario para conseguir un permiso comercial, robaremos sin dudarlo para comer mejor, evadiremos lo mejor posible los impuestos, desviaremos nuestras miradas de la realidad y cerraremos nuestras bocas para ser invisibles ante los devoradores.

Por lo tanto, si de manera inevitable acontecerá que por seis largos años verá todos los días a una sola persona como presidente, olvídese entonces de mi primera recomendación, de las campañas, de las propuestas, de los partidos políticos, de los debates, de la inteligencia, de los objetivos, de la razón y vote por el que le parezca más divertido, el que sea más ameno, el que sea más agradable a la vista, el que cuente las mejores historias y el que mejor nos entretenga.

jueves, 15 de marzo de 2012

De esclavos a jefes.

Podrán decirte que si tu jefe llega tarde es normal, que si se va temprano es justificable, que si no asiste está en su derecho, podrán argumentarte que tiene siempre razón y que la última palabra es suya, porque al final del día de su bolsa saldrá el dinero que alimentará tu boca.

Podrán decirte que hace negocios aprovechando su puesto, que toma ventaja de su alta posición, que desde su perspectiva le parece todo tan fácil porque ve a los demás tan pequeños, te dirán tal vez que lo que toma es suyo porque puede hacerlo, que te humilla y te maltrata porque quiere, podrán decirte que aunque no sea tu función, si limpias bien sus botas subirás alto y tal vez algún día serás como él.

Pero presta mucha atención en la delicada cuestión que sucede, si ese jefe tuyo que llega tarde, se va temprano o no va a trabajar; es un funcionario público, si ese jefe tuyo que hace negocios, toma ventajas y tiene un calzado reluciente, es un empleado del Estado, entonces serás tú aquel que solape el absurdo, serás tú el que de su bolsa saque dinero para alimentar su irresponsabilidad y haraganería, el que con su esfuerzo pague sus lujos inmerecidos y con sus manos le entregue su consecuente fraudulento poder.

Sin embargo, créeme, esto sucede y seguirá sucediendo mientras así lo quieras, te quejarás y yo te observaré mientras te sigas callando, seguirás alimentando su boca que inmerecidamente come mucho mejor que la tuya, mientras en tu zona de confort extiendas la mano y cobres la miseria que te dan por tu vida.

Mis palabras no buscan una revolución porque saben bien que no se dará, no ahora. Mis palabras no son subversivas ni por el contrario lastimeras, sólo son descriptivas porque saben bien que seguirás sentado en el mismo lugar y reclamarás a la persona incorrecta por miedo a ser castigado, porque tienes una familia qué mantener, porque tienes un patrimonio miserable qué proteger, porque no te puedes dar el lujo de poner en riesgo tu pobreza y entonces, al final serás cómplice, tal como lo seré yo, de que esto irremediablemente siga sucediendo.

Nada cambiará y no mereces que cambie, porque en el fondo de ti, aunque lo niegues a capa y espada, deseas el poder que no tienes y los privilegios que repruebas.