miércoles, 25 de abril de 2012

Un viaje de advertencia. Muy responsable de mi parte

Te hablo desde lejos, no precisamente desde una lejanía que le incumba al espacio, sino al tiempo. No sé si existan este tipo de viajes o si sabrás recibir mi urgente mensaje, pero lo intentaré hacer de esta manera.


Hay algo que me está causando un daño impresionante, una enfermedad que no me permite vivir a pesar de que aún no soy tan viejo, un mal que me detiene, que me oprime el pecho y me estruja el corazón, que me roba el suspiro, que me tiene atado a la cama, que me impide disfrutar la lluvia tan sagrada que tanto amo, que no me permite salir a la calle a caminar por las noches frescas, que me detiene para no sentir el viento; algo horrible que degrada mi vida, que la aprieta entre sus garras y la deforma, la debilita y la consume rápidamente, algo que está en tus manos evitar.


Sabes que tu vida irremediablemente finalizará, sabes que en algún momento preciso no habrá marcha atrás, que tendrás que salir de ese capullo que llamas vida, que tendrás que dejar este mundo atrás a pesar de tus miedos y a pesar del vértigo. Sin embargo, depende de ti la forma en que quieres despedirte; si al decir adiós, cierras en paz los ojos y te desprendes de lo material, si encaras valiente a la muerte o sin desafiarla permites que te lleve revolcándote entre el dolor y la angustia de no poder alcanzar el último suspiro, entre la degradante situación de tener que encontrarte suplicándole a la muerte un respiro más de vida. 


Es horrible, sábelo bien desde ahora que no es demasiado tarde, desde ahora que te puedes detener. 


No podrás dar un paso sin que tus pulmones se sofoquen, no podrás pronunciar más de tres palabras sin que se agite tu débil corazón, no podrás jugar con tus nietos ni sonreír sinceramente. El oxígeno es el combustible del cuerpo humano, sin embargo no podrás recogerlo del ambiente, ni podrás asimilarlo y lo buscarás en tanques especiales que te impedirán moverte y estarás atado a ellos si pretendes subsistir. Aquí estoy, diciendo adiós a la vida de la peor manera, hablando del hubiera, pensando en que de haberlo sabido disfrutaría de mi vejez, lidiando en forma normal con la edad sin tener que estar en la desesperante expectativa de esperar el momento en que mis pulmones no entiendan lo que dice el oxígeno y mi corazón y cerebro no tengan motivo suficiente para continuar. 


 Te envío el mensaje rogando que te llegue y que no lo ignores, es muy importante, el más importante que recibirás de mí quizá: Deja de fumar. Te lo digo de esta forma porque sé que no harás caso de la publicidad, ni de los estudios, ni de las advertencias, ni de los consejos, ni de nada que venga del exterior. Te lo digo yo porque sé que soy la persona en quien más confías y te lo digo yo porque no resisto más y hubiera deseado que las cosas fueran diferentes. 


 En la vida te enfrentarás con mil retos y mil desafíos, para los cuales son innecesarias mis advertencias, porque al final de eso se tratan los días: de resolver problemas. Sin embargo, si sigues por ese camino te toparás con uno que no podrás superar y que hará tu vida miserable. Deja de fumar, estoy seguro que sí puedes hacerlo, recuerda estas palabras. A pesar de todo lo anterior, sé que mientras me lees no me creerás si te digo todo lo que estoy padeciendo, sé que sólo dirás - tengo que dejar de fumar eventualmente- ¡pero no lo harás solamente por estas razones! y es por eso que pretendo que tú mismo te des cuenta de lo estúpido que es quemar con tu boca y tus pulmones tantas hojas de tabaco que contienen químicos letales; cinco pequeñitos cigarros al día, pero treinta y cinco a la semana, ciento cuarenta al mes, mil seiscientos ochenta al año, veinticinco mil doscientos cigarros en el mejor de los casos que te has fumado, más de cincuenta mil cigarros que te fumarás. 


 Siéntelo desde hoy. No tienes por qué esperarte a que las cosas sean más graves, eres una persona pensante y con mucha voluntad, aunque suelas ser flojo con ella. Fumar te quita vitalidad, te quita el vigor, te cansa, te desanima a hacer muchas cosas, fumar te hace perezoso porque el humo te roba el oxígeno y necesitas descansar cuando aún deberías de estar haciendo cosas productivas, fumar hace que cuando tomas alcohol, la siguiente mañana sea insoportable, fumar te hace oler mal, hace que tus besos se vuelvan repugnantes, hace que tus palabras al oído se vuelvan desagradables, fumar te hace ver mal, aunque la imagen de Clint Eastwood en aquellos westerns te sugiera lo contrario, fumando te ves ansioso y débil, reflejas la imperiosa necesidad de estar con algo en la boca para tranquilizar tus nervios, toses repetidamente en forma molesta, tu cuerpo crea mucosidad para librarse de las toxinas, pero es demasiado el humo que aspiras y se impregna en tus pulmones, te enfermas a cada instante, te restas vida, contaminas el ambiente, intoxicas a los que no quieren fumar. 


Si ves el cigarro como un medio para socializar, como un pretexto para tener una buena plática con alguien; créeme, no lo necesitas, puedes ser la persona más interesante sin hacerlo, si crees que sirve para escapar de alguna angustia o de un temor; estas muy equivocado, sólo te hace sentir peor. Cuando te sientas mal o infeliz por algún motivo, sal a la calle, a la azotea, a un parque o al balcón, desquita tu ira corriendo o gritándole a la almohada, desahógate haciendo ejercicio, respira profundo y siente esa vida que tienes, la misma que dejarás escapar de la peor manera si no te detienes. 


Deja de pensar en el cigarro como algo bueno, como algo que necesitas, como algo que te relaja, como algo que dejarás por un tiempo, como algo que te faltará y que no tendrás. Elimínalo de tu vida como te desharías de una garrapata que te succiona la sangre, como denunciarías a un ladrón que se lleva tus cosas, como matarías a una cucaracha que infecta tu hogar, como le darías la espalda a alguien que te lastima, como sacarías el veneno de un alacrán que encajó en tu piel su ponzoña, abandona el cigarro como dejas el fondo de las aguas en cuanto necesitas respirar, protégete como protegerías a tus hijos de malas compañías, defiéndete como te defenderías de un enemigo que pretende matarte, sé fuerte como cuando te has cansado de nadar pero tienes que llegar a la orilla para no ahogarte. 


Hazlo ya. Hoy. No necesitas un momento glorioso para dejarlo ni una despedida ceremoniosa, no necesitas esperar a que gane el Atlas o que llegue el hombre a Venus. Confía en ti, sé que sí puedes hacerlo.

No hay comentarios: