sábado, 2 de junio de 2012

Un grito ahogado en el espacio sideral.



Para tener voz como ciudadano, para ejercer eficazmente mi derecho como miembro activo de esta “democracia”, tengo permitido pronunciar una sola palabra de entre cuatro nombres.

Recibo a diario de todos los medios de comunicación, la apremiante sugerencia que me instruye para cumplir con mis deberes cívicos y actuar de manera responsable como buen mexicano. Debo de marcar una cruz este primero de julio, en el cuadrito de la boleta que corresponda al candidato de mi preferencia. Este voto será libre y secreto dicen, nadie podrá coaccionarme para elegir. Lo pienso a fondo y un escalofrío recorre mi razón. No sé si reír por el absurdo o llorar de la impotencia.

Mi mente juega a viajar en el tiempo e imagina cómo será ese día. Desde la primera hora, las televisoras y la radio, con la mesura obligada y la imparcialidad exigida recientemente por los movimientos sociales, cubrirán sobriamente los sucesos, los periodistas darán los datos respectivos de las encuestas de salida, anunciarán parcamente las anomalías detectadas y compartirán sus amainadas perspectivas. Por su parte el internet será el medio de las  expresiones viscerales y de las agresiones verbales, de la euforia colectiva, de las opiniones crudas, de los comentarios agrios, ácidos, amargos, picantes y dulces, de los ataques, de los partidismos, de los vítores, de los pretextos del fracaso, de la incredulidad y el desaliento, del bombardeo de los efervescentes sentimientos, de las reacciones y los chistes. Sólo de pensarlo me dan ganas de apagar mi celular, de no encender la televisión ni por error, de mantenerme lejos de la radio, de la prensa, de los medios, pero mi mente sigue divagando y sabe que tendrá un morbo disfrazado de interés político para hacer efectivo nada de lo anterior y por el contrario estar pegado a todos los medios que el guardián de mi tranquilidad quisiera desaparecer para ese día.

Tomando en cuenta las consideraciones anteriores, si aún tengo vida y salud suficiente, despertaré el primer día del séptimo mes y en algún momento iré a votar después de bañarme y desayunar con calma, sin que me importe la hora, sin que me importe quién vaya ganando según las encuestas nebulosas, sin creer que le estoy haciendo un bien al país ó que estoy fomentando el ejercicio de la ridícula “democracia” que tenemos. Llegaré a la casilla correspondiente, haré la fila respectiva y recibiré las boletas suficientes para votar por el gobernador de mi Estado, el alcalde de mi Municipio, Senadores, Diputados federales y finalmente por el Presidente de la República, quien es precisamente el que motiva estas palabras.  

Estoy ahí. Después de los procedimientos necesarios, por fin me encuentro a solas dentro de la mampara, con las papeletas de la lotería y la crayola del kínder que bien hace alusión a nuestra incipiente sociedad. Primeramente voto sin reflexionar mucho por el candidato a gobernador, que ya lo he elegido anteriormente. Por el presidente municipal habré investigado más y sabré que hacer en el momento. Luego tal vez me cambio de mampara y tomo las boletas de los diputados y senadores, pero las hago a un lado al pensar en la cantidad excesiva de estos inútiles funcionarios y evoco en automático una plaga de sucias ratas invadiendo a un indefenso pueblo de Hamelín sin su flautista y me compadezco.

Finalmente, tomo la boleta de los candidatos que participan para ocupar la presidencia; recuerdo las recomendaciones, aquellas que como madres conservadoras enseñan que debo de votar por alguno de ellos para ejercer mi derecho, pues sería contraproducente no hacerlo ó invalidar sin más el voto, bajo la alarmada explicación de que otros decidirán por mí el destino nacional. Veo pues la boleta e inevitablemente repaso uno a uno el nombre de los candidatos, pienso en lo que su victoria hipotética significaría para el país, escucho nuevamente las exageraciones pronunciadas en campaña, sus promesas, sus discursos mal estudiados, sus patéticos debates y su pésima preparación. Recuerdo sus rostros maquillados y sus cuerpos disfrazados, deduzco los intereses que hay de por medio, los acuerdos pactados, las trampas que tuvieron que tender. Enfoco y vislumbro a los monstruosos partidos políticos que mueven los hilos por detrás, a esas maquinarias de grotesca podredumbre controladas por decadentes operarios, veo la incompetencia de cada uno de los candidatos, su microscópica estatura esbozada ante los enormes problemas del país, su ignorancia, su hambre de poder. Pretendo imaginar cómo le hicieron para llegar hasta allí pero prefiero fracasar, mi estómago se revuelve.

Entonces pienso en la libertad para decidir, en la voz y voto de cada persona y reclamo la que me corresponde, logro escaparme por un momento de la tentación y de la hipnosis mediática. Todo es claro para mí nuevamente. No tengo una sola razón, ningún motivo, ningún convencimiento para tachar en la boleta el nombre de alguno de los cuatro imbéciles que fueron designados y referidos en las boletas electorales, ni para favorecer a ninguno de los asquerosos partidos políticos que absurdamente les apadrinaron.

Si parte de la “democracia” consiste en el derecho de cada ciudadano para elegir a sus gobernantes libremente, entonces la diminuta voz que pronuncio y represento; se niega rotundamente a votar por cualquiera de los histriones que aparecen en la boleta que me fue entregada y toda la suciedad que ellos representan.

Engraparé o pegaré una hoja en el anverso de mi boleta que contenga un texto similar al anterior, para que el desconocido voluntario que en su momento llegue a desdoblarla; tenga la mínima opción de leerme y pueda llegar a saber que uno de los votantes que oficialmente anuló su voz, no cometió un error, ni quiso votar por todos los candidatos, ni cometió una terrible imprecisión gráfica al tachar enteramente su boleta y que tampoco lo impulsó el azar, sino que tuvo un motivo específico para emitir con todas sus fuerzas: un grito en el espacio, que naturalmente, se ahogará y no será escuchado, pero sí vociferado libremente.

Así que ahora es tu responsabilidad buen voluntario electoral que por cuestiones circunstanciales y milagrosas estás leyendo estas palabras y estás velando el derecho para votar de cada uno de los ciudadanos, para hacer lo que esté en tus manos, para que estas palabras puedan ser escuchadas y que no sean confundidas con el susurro de la irreparable indiferencia.

7 comentarios:

Mezcalona dijo...

Coincido con tus razones para anular el voto, los cuatro candidatos son una mierda. Pero por mi parte prefiero el voto útil. De verdad no quiero que regrese el PRI a los pinos, el cual me parece de todos, el peor mal. Y el asunto sería llevar esa disconformidad más allá de las urnas, he pensado en una ONG o algo parecido. Decía Emma Goldman que si votar cambiara algo, lo harían ilegal. Cuánta razón tenía.

Bern art. dijo...

Voto útil es alzar la voz ante las presentes circunstancias, es que todos aquellos que coincidan en la ineptitud de los cantidados sean valientes y no les regalen un voto. Útil sería que un Ganso Aceves que no soportaría al peje y un Mario escalona que no toleraría a Peña Nieto, supieran que sus votos se silenciarán entre ellos, se pusieran de acuerdo conmigo y se unieran a este grito espacial.

Bern art. dijo...

Voto útil es alzar la voz ante las presentes circunstancias, es que todos aquellos que coincidan en la ineptitud de los cantidados sean valientes y no les regalen un voto. Útil sería que un Ganso Aceves que no soportaría al peje y un Mario escalona que no toleraría a Peña Nieto, supieran que sus votos se silenciarán entre ellos, se pusieran de acuerdo conmigo y se unieran a este grito espacial.

Sr. Javier dijo...

Bonita utopia, pero yo voy por el voto útil tambien.

Es verdad que la democracia mexicana que vivimos hoy en dia es un fraude, una mentira y una simulacion.

Prefiero levantar la voz y votar por quien creo que representa mis intereses, en una ilusa esperanza (tal vez), pero si nos unimos podemos detener la imposición de un gobierno regido por el dinero y el poder.

De entre los males, yo escojo el menor.

Saludos

Bern art. dijo...

De los males hay que escoger el necesario!

Bern art. dijo...

Javis! Te contradijiste 3 veces con lo que dijiste!

Bern art. dijo...

Que vote el que esté convencido de su candidato. Que anule su voto quién no lo esté!