Porque nos simpatice o no, el candidato representa
una voz de la ciudadanía y no un eco putrefacto de la política actual. Este
personaje nace en virtud de causas impostergables. La sociedad se duele de la
manera en que se manejan las cosas, y con apatía o con fervor, la mayoría de
las personas reprobamos el sistema, o lo haríamos, si no estuviéramos cegados
por la necesidad, o si no fuéramos tan tibios.
Es responsabilidad de un ser libre buscar
deshacerse de los lastres y cadenas que lo atan, como es responsabilidad de una
sociedad humana organizarse y trabajar en beneficio común.
Virtuoso o vil, Pedro K., intenta algo bajo un estandarte creíble y la sociedad
debe responder al llamado, de tal manera que la diferencia hable por nosotros. Más
vale la victoria material de los hombres libres sobre los esclavizados, la
desarticulación de frases mediocres como “más vale malo por conocido que bueno
por conocer”.
¿Alguien es feliz pagando tantos impuestos,
cuando es evidente el derroche y el despilfarro ofensivo por parte del Estado
en campañas electorales? ¿A alguien en este mundo le beneficia un letrero
gigante en su balcón con la carota de una fulana-o fingiendo una sonrisa? Al
hacedor de lonas, a los publicistas y a otros tantos, tal vez les beneficie. Pero
no es un solo letrero. Son millones, y no sólo se trata de letreros. Se trata
de spots, de campañas por internet, de propaganda barata, de gorras, de plumas,
de cuadernos, de banderas, de playeras, de gasolina, de infinidad de recursos
destinados a hacer una cosa: basura. ¿Qué no puede el motivo ser otro? ¿Qué no
puede el Estado emplear a esa misma gente para conseguir recursos útiles?
Estamos parados en una tierra riquísima, rodeados de un mar opulento en todos
sus aspectos, rebosantes de flora y fauna. ¿Qué hacemos destruyendo la vida,
como niñotes maleducados?
¿A alguien le agrada la idea de pagar esos
impuestos, para que sean convertidos en desperdicio, así nada más? Lo planteo
de otra manera: con el dinero que conseguimos luego de tantos esfuerzos, con el
que podríamos comprar descanso, aprendizaje, viajes, comidas, deleites, complacencias…,
con ese mismo dinero que mueve a nuestro mundo actual; el sistema que tenemos, ha
logrado conjurar de manera cada vez más siniestra: semanas y semanas nefastas
de campañas políticas que nadie en su sano juicio soporta.
El sistema de leyes electorales permite la
tortura emocional. El Estado, que supuestamente busca el beneficio del
individuo, propicia el derroche en suciedad. Todos lo permitimos, porque de
algún modo el sistema compra nuestro silencio y nuestra inacción. De lo
contrario ya lo hubiéramos cambiado.
No obstante, las cosas pueden ser mejores de lo
que son, y si no sucede ahora, será mañana, cuando maduremos, si es que no nos
extinguimos antes. Vale la pena hacer el intento de una vez, aunque el
resultado parezca inalcanzable. Ya estamos aquí. Aún hay opciones. ¿Por qué le
apostamos al destino ilusorio de la lotería y no le apostamos a la oportunidad
de alcanzar un panorama más bello?
De cualquier manera, el mundo no se
transformará solo con palabras, o con votos. Al final, cierta parte de nuestro
futuro dependerá de nuestros motivos y de nuestras acciones. Ahora hay algo en
puerta ¿En verdad preferimos un lonche de jamón y una pluma sobre la posibilidad
de tener una vida digna?, ¿Preferimos venderle nuestros productos o nuestro
esfuerzo al sistema para campañas políticas, cuando por ese precio, después pagaremos
más impuestos? Y si no pagamos, ¿preferiremos estar preocupados por no ser
sorprendidos y desposeídos de nuestros bienes o de nuestra libertad?, porque el
Sistema es estricto, y no permite equivocaciones ajenas a sí mismo.
Cualquiera que sea su papel al final de todo
esto, Pedro K., hoy es un valiente con la iniciativa y voluntad suficientes
para hacerle frente a todas las telarañas legisladas y malinterpretadas que
desaniman pronto a cualquier insectillo entusiasta que quiera atravesarlas. Con
su mera presencia en la candidatura, le ha dado una estocada al sistema infecto
de partidos políticos. Haremos bien en apoyar esa ruptura, alcanzo a percibir, porque
si queremos un futuro diferente, debemos hacer cosas diferentes, como bien lo
refirió el señor Albert Einstein.
Por el momento, debemos olvidarnos si él sacará
partido personal, si se corromperá, si sus propuestas serán escuchadas o si lo anularán
con sucias tácticas, o si el día de mañana la anarquía se vuelve por fin la
solución. Hoy estamos aquí, en un país que dice respetar la democracia, por lo
tanto, considero que debemos apoyarlo y
mantenerlo con vida dentro de ese coliseo de partidos políticos, si acaso sus
ideales perseveran. Incentivemos a nuevos valientes a que purguen las aguas en
nuestro nombre, y hagámoslo nosotros, porque aunque la tendencia indique que lo
saneado se corromperá de nuevo, la decisión de este momento debe ser intentar salvarnos
del naufragio, adoptar medidas diferentes o consumirnos en la indecisión.
México será el país más bello del mundo para muchos
mexicanos y quizá para otras personas, sin embargo, padece de un Estado
putrefacto, llámese sistema oxidado, organismo canceroso, tutor pervertido. Esa
quimera invisible, ha incentivado a que el hombre resalte sus instintos básicos
de supervivencia. En la vida diaria, en el contexto en el que vivimos, hay
esperanza en la gente, pero falta la fuerza, el ímpetu, el impulso, de movernos
por algo más allá que nuestros intereses inmediatos.
Pedro K., apostó a meterse al túnel por su
cuenta, al resguardo de una bandera blanca y natural. Si no lo abandonamos en
la cueva de lobo, estará más cerca de representar a la comunidad, que las demás
figurillas en turno, marionetas de la misma banda, llamada con nombres
diferentes, que reciben cantidades exageradas de dinero, por no hacer nada más
que generar desperdicios y contaminación visual, auditiva, sensitiva, olfativa,
intelectual y espiritual.
¿Qué tan capaz será para maniobrar en el cargo?
No es un tema que nos atañe por el momento, por lo pronto hay que abrir bien la
puerta para ventilar el antro de reptiles y roedores.
El sistema es complejo y se protege a sí mismo,
sin embargo, no es infranqueable porque es creación del propio hombre. Apoyemos
a Pedro K., pero sobre todas las cosas, prosperemos como humanidad.
Ésta es una simple opinión, que cada uno haga
lo que le venga en gana.